Opinión
La columna de J.J.Jinks: el oasis y el abismo
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Paradojalmente sin tener mayor sintonía con el carácter de Sebastián Piñera fui un piñerista bastante incombustible en los momentos difíciles, de esos que cuando la CEP de enero del 2020 mostraba un respaldo al Presidente de un escuálido 6% oteaba en el horizonte buscando a esos otros -pocos, muy pocos- ciudadanos refractarios al ambiente político generalizado de desazón y rabia.
“Cuando llegue al 1% lo donamos al Hogar de Cristo” era uno de los chistes del momento, no era malo. Mi apoyo a un Gobierno que estuvo al borde del abismo no me impidió en su momento reconocer que cuñas como la de presentar a Chile como un oasis frente al caos regional pocos días previos al estallido mostraba una desconexión importante al menos con las aguas subterráneas, y no tanto, de la sociedad chilena de hace un lustro atrás.
La imagen del oasis ha sido recurrente en mí frente a la discusión intra derechas respecto al proyecto de pensiones. El globo sonda que se tiró respecto a conceder una fracción del incremento en las cotizaciones a solidaridad causó un vendaval de declaraciones que sólo han ido subiendo de tono a medida que los días pasan.
Chile Vamos ha sido acusado de falta de convicciones, de falta de principios, de ingenuidad, de cobardía, entre otros epítetos y denostaciones por abrirse a considerar un escenario de acuerdo en algo distinto a que todo vaya a la cuenta individual.
Si somos honestos detrás de esa posición está el hecho de que prefieren que no haya reforma antes que ceder en la cuestión doctrinaria. Dado que el oficialismo jamás aceptará el 0%-6%, un mínimo de realismo político nos lleva a concluir que una vez más se pasaría el acuciante problema de aumentar el ahorro para la jubilación al próximo Gobierno.
Sólo en el oasis las derechas pueden darse estos gustitos. Hoy cuenta con una fuerza política que nadie sabe si se mantendrá en el futuro. La historia reciente muestra que los ánimos de la población son muy veleidosos y que para cualquiera es muy complicado gobernar. Nada augura que vaya a ser distinto en el muy probable Gobierno de derecha que viene.
Aun cuando se diera el remoto escenario de que se obtuviera mayoría parlamentaria que permitiera pasar un 6-0, ¿cuánto duraría esa legislación sin ser desmantelada cuando los vientos cambien? Y lo único que es seguro es que la brisa cálida del oasis no durará para siempre y más temprano que tarde se abrirán las alamedas por donde circulará el viento gélido que caló nuestros huesos no hace tanto.
Cómo tanta ceguera para despreciar un posible acuerdo, a todas luces beneficioso, alcanzado en un Gobierno de izquierda y con una ministra del Trabajo del Partido Comunista. Si el proyecto sale adelante será el ÚNICO (me quedan pequeñas las mayúsculas) logro del Gobierno actual.
Tendrán que defenderlo y con ello le darán estabilidad a una reforma que valida las AFP y la capitalización individual.
Nada de eso se toma en cuenta en el oasis. Ahí están tendidos al sol el consorcio formado por los Republicanos y Libertad y Desarrollo apelando a la integridad de los principios para oponerse a cualquier acuerdo que signifique ceder en algo como si la política se tratara de eso. Si no que lo digan los puros frenteamplistas que hoy mendigan unos puntitos cuando tuvieron el 3%-3% en la mano y la soberbia los llevó a rechazarlo. Si la derecha deja pasar esta oportunidad será un error morrocotudo y demostrará que ni siquiera haber estado al borde del abismo sirvió para aprender la lección.